Cómo el teletrabajo mantuvo con vida un filme icónico (y qué implica esto para tu empresa)
Como otros muchos millennials, me crié en gran medida con las dos primeras entregas de las películas de Toy Story. Los motivos por los que estas pelis me encantaron son obvios para cualquiera que las haya visto: los personajes, el humor y la emoción de sus aventuras conectaron con mi joven imaginación a la perfección, mucho más que otras películas.
Como adulto, me resulta especialmente interesante que Toy Story y su secuela de 1999 fueron súper avanzadas desde el punto de vista tecnológico. Tienen el mérito de haber sido las primeras películas realizadas íntegramente con imágenes generadas por ordenador, lo que no solo afectó a su aspecto, también implicó que su producción estuviese mucho más ligada a la tecnología que cualquier otra película anterior.
Sin embargo, no solo fue revolucionaria en ese aspecto. Hay otro aspecto destacable de Pixar, tal vez menos conocido, que les convirtió en pioneros en Hollywood: lo creas o no, también fueron precursores del teletrabajo.
Y eso no es todo, hay algo más sorprendente: la adopción de esta política de empresa acabó salvando una de las películas más importantes del estudio (¡y una de mis favoritas!), Toy Story 2.
La oficina en casa al rescate
Aunque el resultado final estaba cuidado al detalle, lo cierto es que la producción de Toy Story 2 estuvo llena de obstáculos desde el principio, desde lidiar con profesionales inexpertos hasta hacer frente a los estrictos plazos marcados por la productora, Disney.
Irónicamente, su mayor obstáculo derivó de la tecnología utilizada para realizar la película.
Al final de la fase de producción, un empleado escribió accidentalmente el comando «rm*» en los servidores de Pixar. Sin saberlo, acababa de desencadenar un desastre: esas tres letras empezaron a borrar hasta el último byte de datos contenidos en la película finalizada hasta ese momento.
El personal de Pixar se dio cuenta instantáneamente. Los archivos empezaron a desaparecer ante sus ojos mientras trabajaban en ellos, toda la información simplemente se desvaneció de sus pantallas.
Bien, como cabría esperar de una compañía tecnológica multimillonaria, Pixar tenía un servidor backup para hacer frente a estas catástrofes. Así que, después de recuperar la calma, el equipo recurrió a dicho sistema de reserva para restaurar los archivos que se habían perdido accidentalmente.
¿El único problema? Resultó que este servidor de reserva llevaba meses sin funcionar. En otras palabras: no contenía ningún archivo útil.
Decir que la situación de Pixar era «desesperada» no sería suficiente. En pocas horas, el estudio había arrasado con dos años enteros de trabajo, haciendo que fuera imposible cumplir con los plazos acordados con Disney el año anterior. Pixar no solo iba a decepcionar a la compañía productora, también tendría que hacer frente a la pérdida de audiencia impaciente por descubrir la segunda parte de la aclamada película Toy Story. Todo parecía perdido.
Esto era así… hasta que recordaron que, durante todo este tiempo, el director técnico que supervisaba el proyecto había pasado gran parte de la fase de producción trabajando desde su casa.
¡Exacto! Durante meses, el director, Galyn Susman, había trabajado en la película desde su ordenador personal para poder hacerse cargo de su hijo recién nacido mientras trabajaba. En consecuencia, las únicas copias de los archivos de Toy Story 2 se encontraban en su ordenador de casa.
Al darse cuenta de esto, Susman y el director técnico asociado, Oren Jacob, inmediatamente se pusieron en marcha y condujeron hasta recuperar el PC en cuestión. Al llegar, ambos directores envolvieron la torre con mantas, la colocaron en el asiento de atrás del coche como si fuera un niño pequeño y la llevaron de vuelta hasta los estudios en el carril lento y con las luces de emergencia encendidas durante las 20 millas del trayecto.
Al final, el equipo de Pixar consiguió conectar el ordenador a su servidor principal y, desde ahí, lograron salvar la mayor parte del material de Toy Story 2. Gracias al teletrabajo, lo que parecía un fatal cataclismo acabó reducido a un pequeño contratiempo.
El resto de la historia seguramente ya la conoces: Toy Story 2 fue un gran éxito comercial aclamado por la crítica y contribuyó a consolidar a la entonces incipiente Pixar como una de las productoras de películas animadas más innovadora y cualificada del mundo (haciéndole sombra incluso a su empresa matriz, Disney).
Aún más beneficios
Aunque esta historia me encanta por sí sola, seguramente te habrás dado cuenta de que hay una lección en ella. Y esta lección es muy sencilla: anticiparse a los acontecimientos con prácticas como el Smart Working puede aportar a las empresas enormes (e incluso inesperadas) recompensas.
Sí, el smart work conlleva innumerables beneficios inmediatos, entre los que se incluye la mejora de la satisfacción de los empleados y la reducción de los gastos de la empresa. Sí, estos beneficios son importantes y por sí solos hacen que merezca la pena el teletrabajo. Pero la historia de Pixar demuestra que esto es solo la parte superficial del inmenso potencial del teletrabajo.
Para Pixar, el beneficio del teletrabajo fue, en una palabra, la continuidad: la garantía de que el trabajo realizado no quedará destruido por accidentes imprevistos. Es cierto que, a día de hoy, este beneficio no resulta aplicable en la misma medida al espacio de trabajo moderno (ahora tenemos la nube de nuestra parte y copias de seguridad automáticas estandarizadas y mucho más fiables). Pero en cualquier caso, el principio general sigue siendo el mismo. Teniendo un empleado en casa, el estudio consiguió evitar las peores consecuencias posibles por culpa de un accidente ocurrido en la oficina.
Para ilustrarlo con otro ejemplo, imagina que ocurre un accidente de esta magnitud en tu negocio. En lugar de un empleado que borra todos los archivos, piensa que el desastre es una inundación que provoca un cortocircuito en tu oficina o una plaga de termitas que te obliga a recurrir a los exterminadores y desalojar la oficina durante una semana. Aunque estas catástrofes afectarán a la estabilidad de la empresa, si tus empleados pueden quedarse en sus casas ante estos eventos imprevistos, podrán seguir trabajando con normalidad. Aún mejor, si (como ocurrió en el caso de Pixar), los empleados ya están en casa, los proyectos seguirán en marcha como si nada hubiera pasado. De hecho, esto es exactamente lo que ocurrió cuando Wildix se topó con la cuarentena obligatoria: la tecnología disponible internamente ya permitía a nuestros equipos trabajar desde casa como si estuvieran en la oficina, sin interrupciones y sin reducir la productividad.
En realidad, lo que demuestra esta historia es que tener un empleado en casa supuso para Pixar mucho más que una medida para ahorrar gastos o para incentivar la satisfacción de los empleados: fue una medida que garantizó la continuidad del negocio.
Así que, al pensar en las implicaciones prácticas del Smart Working, considera que su valor es mucho mayor de lo que parece. En el contexto adecuado y con el equipo adecuado, sus beneficios tienden al infinito (sí, ¡y más allá!).
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