Cuando escuchas la palabra teleconferencia, ¿qué te viene a la mente? ¿Una sala abarrotada con un ponente? ¿Solo llamadas de voz? ¿O, también con video?
Pero, ¿qué es una teleconferencia?
Si desglosamos la palabra, tele viene del griego “lejos”, mientras que conferencia describe una reunión entre dos o más personas. Resumiendo, es una conversación en tiempo real en la distancia, y en el mundo actual no podríamos vivir sin ella. Desde reuniones empresariales internacionales a conectar con amigos y familia, los servicios de teleconferencia han reducido la distancia que hay entre las personas, permitiéndonos compartir información a una velocidad que hubiera asombrado a nuestros antepasados.
Pero, ¿cómo hemos llegado aquí? Vamos a dar un paso atrás para ver la evolución de la tecnología de las teleconferencias a lo largo de los años y ver a donde puede llevarnos.
Humo y palomas: Los principios de la comunicación remota
A pesar de nuestros esfuerzos, la voz humana no puede viajar muy lejos. Aunque el canto a la tirolesa puede extender su rango modificando el tono y usando un código muy simplificado, el sonido no puede llegar mucho más allá del pueblo vecino. Sin embargo, las señales visuales pueden verse a una distancia mucho mayor que el sonido. Es por eso que en la Gran Muralla China se usaban señales de humo para avisar sobre posibles invasores y por qué todavía se utilizan espejos de señalización para atraer la atención de los aviones en misiones de búsqueda y salvamento.
Pero los medios visuales tienen sus propios problemas. Están limitados por la línea de visión, necesitan varios señalizadores o estaciones para repetir el mensaje. De hecho, este fue el motivo principal de la caída de los telégrafos ópticos, que consistía en disparadores móviles en la parte superior de puestos especialmente diseñados y se hizo especialmente popular en Francia durante la época napoleónica. Crear estos puestos era caro y complicado, y su efectividad terminaba donde empezaban las grandes masas de agua. Como resultado, la tecnología nunca llegó a desafiar al correo o incluso a las palomas mensajeras, dos servicios que podrían tener su origen en la antigua Persia. Sin embargo, establecieron las bases para otro servicio de mensajería de larga distancia: el telégrafo.
El telégrafo fue un gran salto de la mensajería óptica a la eléctrica. Con solo un cable conectando dos telégrafos, los mensajes podían mandarse de inmediato a unas distancias que inicialmente eran inimaginables. Y no tardó mucho en ponerse de moda. Se necesitaron menos de 20 años desde el primer mensaje de Morse en 1844 hasta tener el primer cable transatlántico. Revolucionó los envíos, haciendo que fuera más fácil calcular la longitud e incluso jugó un papel muy importante en los campos de batalla. Permitía a la gente comunicarse instantáneamente a través de una distancia tan amplia como el océano atlántico — creando la primera teleconferencia.
El auge de las teleconferencias
Pero para conseguir todo lo que ofrece un telégrafo sigue haciendo falta un operador experimentado, o después una máquina, para leer los códigos y transformarlo en palabras.
El resultado se escribía en papel, lo que no podía llevar los matices de una conversación hablada. Todo eso cambió con la patente del teléfono de Alexander Graham Bell en 1876. Los cables que se usaron para el telégrafo dejaron paso a una nueva tecnología que se impuso rápidamente y la demanda generó el desarrollo de centralistas, que en última instancia condujeron al desarrollo de la red de telefonía pública conmutada mundial (PSTN). El teléfono cambió completamente las comunicaciones a larga distancia permitiendo que dos o más personas tuvieran una conversación en tiempo real, sin retrasos por mensajes codificados, independientemente de en qué parte del mundo estuvieran. La edad de los servicios de teleconferencia había llegado.
Sin embargo, la necesidad de tender cables significaba que había sitios donde el teléfono no podía llegar. Las señales de radio, primero usadas para el telégrafo sin cables, ayudaron a superar este problema. La invención del teléfono sin cables en los años 50 y los primeros teléfonos móviles podían usar señales de radio para enviar y recibir llamadas por el PSTN sin necesidad de estar directamente cableado, creando una teleconferencia telefónica que podía ir con el usuario. Sin embargo, las llamadas eran muy fáciles de interceptar con tan solo un transceptor de radio, provocando que los teléfonos inalámbricos fueran menos seguros que los cableados.
Pero las limitaciones de los cables de cobre no solo se limitan a estar unidos — también existe una limitación en la cantidad de información que pueden transportar. Desde el lanzamiento público de internet en 1993, la creciente cantidad de información ha forzado, no solo a moverse del cobre a la fibra óptica, sino además cambiar de los sistemas analógicos a los digitales. Como las transmisiones digitales convierten el sonido en datos, es más fácil encriptarlos y transmitirlos por redes inalámbricas, incluyendo la comunicación por satélite, resolviendo los problemas de seguridad que tuvieron las primeras generaciones de teléfonos móviles y estableciendo las bases del protocolo de voz por internet (VoIP). Y con todo lo necesario para convertir un ordenador en un teléfono para hacer teleconferencia, de repente la posibilidad de conversar con algo más que audio era posible — la era de la teleconferencia de vídeo había llegado.
La llegada de la teleconferencia de vídeo
Cuando hablamos en persona, compartimos algo más que palabras — nuestro lenguaje corporal también habla por nosotros. De forma que, si el objetivo de las comunicaciones a larga distancia es transportar todo el significado que queremos compartir, ¿qué tiene de bueno una teleconferencia que no ofrezca vídeo? De hecho, la idea de transmitir audio y vídeo llega al 1870. Sin embargo, no fue hasta los años 60 cuando AT&T ofreció este servicio, aunque solo estaba disponible en 3 ciudades americanas, y tenía que reservarse por adelantado y una llamada de 3 minutos costaban lo equivalente a 255$ de hoy.
El deseo por los servicios de teleconferencia que ofrecieran vídeo continuó creciendo, impulsado principalmente por empresas internacionales que necesitaban conectar sus oficinas distribuidas. Incluso en los años 80, estas soluciones eran caras, y a veces requerían de una habitación llena de equipamiento. Pero con la llegada de internet y la adopción generalizada de los ordenadores personales, de repente las herramientas y la infraestructura estaban en el lugar adecuado. De la misma forma que podía enviarse voz en paquetes de datos, se podía hacer con el vídeo. Y los dispositivos con cámaras integradas, como los portátiles y teléfonos móviles, eran todo lo que la gente necesitaba para realizar una llamada de vídeo sin tener que invertir en un caro hardware dedicado. Lo único que faltaba era desarrollar el software.
En 2003, la mayoría de servicios de mensajería instantánea como AOL o MSN Messenger añadieron capacidades de vídeo llamada, ofreciendo la tecnología de la teleconferencia con vídeo al usuario medio. Ese mismo año, Skype apreció para convertirse en la app de teleconferencia más popular, permitiendo que hasta 25 personas se unan a la misma llamada de vídeo con solo descargarse un programa y teniendo conexión a internet.
Pero de nuevo, no todo fue sobre ruedas. Aunque en el año 2000 el 80% de las comunicaciones a larga distancia usaban cables de fibra óptica, la mayoría de las conexiones locales de internet usaban antiguas redes de cobre, por lo que las velocidades estaban limitadas. Las teleconferencias con vídeo no tenían buena calidad y normalmente se perdía la conexión. Para tener una llamada funcional, nadie podía hacer nada de streaming, descargar o usar internet en el mismo router. Las cámaras, integradas o externas no ofrecían buena calidad de imagen y era común tener problemas con los drivers de vídeo u otros problemas de compatibilidad. Y, por supuesto, la calidad del software variaba mucho dependiendo de la máquina, el sistema operativo y las actualizaciones disponibles.
¿Qué es la teleconferencia en el siglo 21?
Poco a poco, procesadores más rápidos y alternativas al acceso telefónico a Internet permitieron transmitir cada vez más datos a mayor velocidad. Aun así, una app de teleconferencias, como Skype y luego Zoom, obligaban a sus usuarios a descargar e instalar programas para poder usar sus servicios. Sin un acceso sencillo a APIs o protocolos estándar en los navegadores, era la única forma fiable de ofrecer una conexión. Sin embargo, todo eso cambió en 2011, cuando Google lanzó WebRTC, un proyecto de código abierto que permitía conexiones en tiempo real dentro de los navegadores. Justo tras su lanzamiento, Wildix empezó a incorporarlo a su oferta de comunicaciones unificadas, mientras que Google Hangouts, la plataforma propia de mensajería unificada Google no fue adoptada por muchos.
Esta tecnología ayudó a crear una explosión de servicios de teleconferencia dedicados especialmente al mercado empresarial y a los usuarios convencionales. Con una mayor oferta y un servicio más fiable, todo, desde reuniones internacionales a clases de idioma podían hacerse de forma remota, ahorrando el tiempo de transporte y permitiendo a la gente atender a eventos como webinarios, cubriendo a los que no podrían tener acceso de otra forma.
2011 también resultó ser el año en que Microsoft se enfrentó a Google Docs con el lanzamiento de su herramienta de productividad en línea, Microsoft Office 365+. Seis años más tarde, ambos lanzaron una app de teleconferencias diseñada para funcionar con su propia suite de productos; Microsoft Teams y Google Meet. Al fin, las empresas tenían el software, el hardware y la infraestructura necesarias para que sus empleados pudieran trabajar desde cualquier parte del mundo. A pesar de ello, según Garnter, antes de 2020 solo el 4% de los trabajos en la mayoría de las empresas eran remotos o híbridos. Sin embargo, eso estaba a punto de cambiar.
COVID y la dominación de las teleconferencias
La pandemia y sus confinamientos obligaron a todos a trabajar remotamente, en la oficina de casa. Las empresas no que tenían realmente un plan para apoyar el trabajo remoto se aferraron a las herramientas que tenían, creando rápidamente una solución y una política de apoyo al trabajo desde casa. Sin la posibilidad de encontrarse en la oficina, el parque o incluso la cafetería, la tecnología de teleconferencias se convirtió rápidamente en parte de la vida de la mayoría de la gente.
Los cumpleaños se celebraban por Zoom y las alertas de Microsoft Teams acechaban tanto a universitarios como a trabajadores. De un día para otro, la gente pasó de preguntar “qué es una teleconferencia” a darse cuenta que los servicios de teleconferencia eran la única forma de conectarse con las personas fuera de casa. Y aunque las reuniones con la familia y los amigos dejaban mucho que desear, trabajar desde casa aportaba una serie de beneficios sorprendentes. No solo los trabajadores se beneficiaban de ser capaces de hacer pequeñas tareas del hogar y ganar tiempo comparando con su desplazamiento habitual, sino que los empleadores notaron que la productividad era la misma, o incluso mayor que cuando se trabajaba desde la oficina. Las empresas que podían trabajar en remoto y mantener reuniones por teleconferencia, especialmente aquellas que ofrecían compras remotas y servicios de entrega como Amazon, crecieron mucho durante la pandemia.
Sin embargo, una vez acabó el confinamiento, no todo volvió al estado pre-pandemia. Sí, la gente estaba deseando tener eventos en persona, pero no querían si el riesgo era muy elevado o si era para trabajar. ¿Por qué dedicar tiempo a asistir a una charla a la hora del almuerzo si puedes unirte virtualmente? Aunque la gente quería ver a sus amigos en persona, no tenían tanta prisa para los eventos corporativos.
Y aunque ciertos jefes han obligado a la vuelta a la oficina, no todos los empleados lo han hecho a la primera. Muchos han dejado su trabajo como parte de la Gran Renuncia, eligiendo trabajar para empresas que les permitieran tener esa mayor flexibilidad para trabajar de forma remota o híbrida que les ofreció la pandemia.
Futuro de la teleconferencia
La gran adopción de la tecnología de las teleconferencias ha llevado a los desarrolladores a tener en cuenta las siguientes fases de las teleconferencias. De la misma forma que la evolución de las comunicaciones a larga distancia no paró en el telégrafo, existen ciertas formas en las que las teleconferencias buscan evolucionar.
¿Cómo es la teleconferencia del futuro?
Las opiniones difieren, pero la teleconferencia del futuro probablemente incorpore:
- Realidad virtual
- Realidad aumentada
- Inteligencia artificial
Realidad virtual
Ya mucho antes de la pandemia, las reuniones por teleconferencia con realidad virtual (VR) prometían ser más interactivas que los servicios de teleconferencia actuales. De hecho, ya está ocurriendo. A través de un avatar, puedes unirte a una reunión en el metaverso permitiéndote sentir que no estás solo en una habitación, sino que permite proyectar tu cuerpo y tu lenguaje corporal a la reunión, algo que puede ser más difícil de apreciar en pequeñas miniaturas de vídeo. Los paisajes virtuales también permiten a los equipos trabajar en un proyecto juntos haciendo uso de las herramientas virtuales.
Realidad aumentada
En cambio, la realidad aumentada permitiría a los participantes proyectarse en una reunión física o simplemente facilitar el solape de herramientas o activos virtuales en el espacio de la reunión, ofreciendo a los equipos la oportunidad de visualizar proyectos sin necesidad de tener que conectar equipamiento de VR.
Inteligencia artificial
Sin embargo, ahora mismo es la inteligencia artificial es la que tiene el poder real de evolucionar la forma en la que nos reunimos. Y con la cantidad de información que producimos, no es de extrañar que las herramientas de IA ya hayan encontrado que espacio en las salas de reuniones. Desde cámaras impulsadas por la IA que detectan y hacen zoom directamente en la persona que habla, a aquellas que vienen en la estación de WizyConf hasta la tecnología que sirve para evaluar y transcribir nuestras reuniones, ya utilizamos la IA a diario para que nuestras teleconferencias sean más productivas y fáciles de usar. Y con los modelos de lenguaje de vanguardia de IA publicados este último año, ya tenemos las herramientas que necesitamos para crear una interfaz por IA que pueda acceder a un conocimiento específico o incluso servir como traductor integrado, superando una de las barreras de comunicación más complicadas — el idioma.
Teleconferencias, en última instancia
De forma que, ¿qué es una teleconferencia y qué podemos esperar de ella en el futuro? Bien, resumiendo ya lo estamos viendo — como se desmoronan las fronteras. El objetivo de todas estas tecnologías será hacer que sea tan fácil hablar y colaborar con un cliente potencial en Mongolia o el Líbano como es hacerlo con la persona que está sentada a tu lado en el trabajo. Y con el poder de acceder a conocimientos y especialidades de todo el mundo, las empresas podrán aprovechar al máximo el talento sin tener en cuenta las fronteras.
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