Como ya comentamos en un artículo anterior, el estrés en el lugar de trabajo es una preocupación creciente. El hecho de no sentirse bien es el problema menor: detrás de un dolor de cabeza común, el estrés desemboca en una alarmante colección de problemas de salud física, mental y emocional.
Sin duda es un grave problema que no deja de crecer en todo el mundo. Según Korn Ferry, en un plazo de 30 años los empleados están un 20% más estresados en relación con sus trabajos. En el mismo sentido, el Instituto Americano del Estrés subraya que los motivos laborales son la principal causa de la ansiedad.
Lo cierto es que acabar con el estrés en la oficina no siempre es fácil, pero de momento puedes mantenerte a salvo aplicando estos consejos en tu día a día.
1. Divide Tus Tareas
¿Has visto esa enorme torre de papeles? ¿Ese montón de emails acumulados? Cuando piensas en la ingente cantidad de tareas pendientes te dan ganas de salir corriendo.
Una solución sencilla para esto es dividir tu carga de trabajo en lotes que puedas gestionar de verdad. En lugar de intentar abarcar desde el principio todos los documentos que tienes que tramitar en un solo día, concéntrate en acabar cinco tareas en una hora, 10 en dos horas y así hasta que consigas reducir tus asuntos pendientes sin agobiarte.
Un enfoque de “divide y vencerás” te ayudará a no estresarte frente a un objetivo que parece inalcanzable. Además, serás más consciente de tus progresos reales y aumentarás la satisfacción por el trabajo realizado.
2. Tómate un descanso
En medio de un duro día de trabajo, una de las mejores cosas que puedes hacer para sentirte bien es tomarte un descanso.
Es una cuestión de psicología, no de pereza. Los estudios han demostrado que, en realidad, alejarte un poco de tu puesto de trabajo ayuda a mejorar tu productividad.
En otras palabras, tomándote unos minutos para sacudirte el estrés acumulado, tu cerebro volverá a trabajar con mucha más agilidad que antes.
Por supuesto, estas pausas no pueden ser una excusa para evitar cumplir con tus obligaciones. Simplemente se trata de que, si sientes que necesitas descansar, es mejor que te concedas un merecido y revitalizador descanso.
3. No te pases con el café
Sí, no es ningún secreto: el café es la savia de la oficina. Es lo que te espabila por la mañana y lo que te mantiene activo a última hora. (Lo confieso: ¡estoy escribiendo esto con una taza de café en la mano!)
Ahora bien, es posible pasarse también con las cosas buenas. Más café no equivale a más productividad, ya que la cafeína estimula la creación de cortisol, la “hormona del estrés”: más cantidad de la cuenta te hará sentir peor que antes.
Sin duda, es genial tomarte tu taza de costumbre, pero si quieres mantener a raya tus niveles de estrés, tienes que saber cuándo parar.
4. Respira
Cuando la gente te dice el típico “respira profundamente”, lo cierto es que te están dando un consejo lleno de respaldo científico. En los momentos más estresantes, la respiración consciente y medida es una forma que ha demostrado ser muy útil para tranquilizarte.
Mi ejercicio favorito es la técnica “4-7-8”. Como su propio nombre indica, está compuesta por tres fases: inhalar por la nariz durante cuatro segundos, mantener la respiración durante siete segundos y exhalar por la boca durante ocho segundos. Es muy fácil de recordar y, sobre todo, funciona y te ayuda a calmarte rápidamente.
Si todo lo demás falla, recuerda que respirar profundamente es siempre una opción efectiva.
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